Bueno, ayer aterrizamos las 8 personas de la familia Gómez-Tejeda-Alonso en el aeropuerto internacional de Madrid-Barajas procedentes de Roma-Fiumicino. Una total odisea, empezando por la colosal nevada del 21 de diciembre a la madrugada entre Salamanca y Madrid. Nos llevó cerca de tres horas cubrir los doscientos cuatro kilómetros que separan mi residencia de la capital hispana. Nada más salir corrimos el riesgo de quedarnos tirados en la cuneta de la carretera a causa del hielo que había en ella. Al salir de la ciudad seguíamos la nueva A-50 entre Salamanca y Ávila, el único tramo sin nieve del viaje. Nada más pasar el túnel de Guadarrama , vimos que la sierra madrileña estaba más nevada que la salida de Salamanca. Inimaginable el recorrido entre Villalba y Barajas, los sesenta kilómetros. Al entrar en las instalaciones aeroportuarias, los ocho miembros corrimos como alma que lleva el diablo hacia el mostrador de facturación de EasyJet porque estaban a punto de cerrar el embarque. Con las prisas, se nos olvidó la maleta de cuero marrón que llevaba en su interior el preciado avituallamiento de dulces para la Secretaría de Estado Vaticana. Pero gracias a una empleada que llevaba mi silla de ruedas, pudimos recuperarla justo en el momento en que la policía se la llevaba para destruirla. Tras recuperarla apresuradamente, nos montan en un autobús que recorre la pista de aterrizaje/despegue hasta el avión. Ya en su interior, nos comunican que la pista se cierra por nieve. Cuatro horas(eternas, me parecieron a mí) después, tras descongelar las alas y el avión entero, el avión empieza a moverse lentamente por la pista de despegue y se eleva en el majestuoso cielo blanco cuando acaban de sonar las once en punto de la mañana del 21 de diciembre del Anno Domini 2009. Aquí una breve poesía sobre el vuelo:
Avión blanco que despega de la majestuosa pista blanca y nevada
y las altas crestas celestes sobrepasa
avión que deja atrás la patria eterna
y la costa de majestad de Francia sobrevuela.
Las ciudades de Provenza, como Niza y Marsella,
son por las que pasa el vencedor aéreo
después de dejar la costa patria
y llevando a bordo al vencedor Saverio.
El avión inicia su descenso hacia la costa de Italia, pasando sobre los verdes y fértiles campos de los alrededores de Roma, a las doce horas y treinta y un minutos de la mañana clara del equinoccio del primer día de invierno. Aterrizamos a las doce horas y cincuenta minutos de la mañana en Fiumicino, y tras recoger las maletas, ponemos rumbo a San Giovanni Rotondo, en Apulia, donde llegamos sobre las siete de la tarde. El primer día finaliza con un sentimiento de ...!por fin!
Al segundo, vamos a misa al santuario del Padre Pío,Francesco Forgione(1887-1968) y compramos souvenirs , tras lo que ponemos rumbo a Roma y llegamos a las seis. A la mitad del check-in, un rumano intenta robar a mi padre el ordenador, con total fracaso por su parte. Fontana di Trevi, Piazza Spagna y los alrededores. En la segunda pàrte narraré la visita al Vaticano y la Misa Del Gallo.